La misteriosa desaparición de la familia Pomar: Un trágico relato desentrañado

El video presenta un nuevo caso misterioso que involucra a la familia Pomar, solicitado por los espectadores. El caso se describe como interesante pero frustrante. Se anima a los espectadores a seguir al creador en las redes sociales y suscribirse al canal para recibir notificaciones.

La familia Pomar estaba compuesta por Fernando Pomar, de 40 años, Gabriela Ríagre, de 37 años, y sus hijas Candelaria, de 6 años, y María del Pilar, de 3 años. Gabriela también tenía otro hijo llamado Franco de una relación anterior. La familia era muy querida, respetada y atravesaba dificultades financieras en 2009.

En 2009, Fernando recibió una entrevista de trabajo para un puesto como técnico químico para biofertilizantes agrícolas e insecticidas en Pergamino. La familia decidió viajar a Pergamino el 14 de noviembre de 2009, en su auto Fiat Duna Weekend rojo. Franco, el hijo de 13 años de Gabriela, se quedó atrás para un examen.

Gabriela y su familia partieron en un viaje hacia la ciudad de Pergamino, planeando llegar alrededor de las 10 PM. Sin embargo, nunca llegaron a su destino, causando preocupación entre sus familiares. Al día siguiente, la familia decidió reportar su desaparición, iniciando una operación de búsqueda por parte de investigadores y los medios de comunicación para descubrir el misterio.

Durante la investigación, la policía descubrió imágenes de vigilancia de las casetas de peaje a lo largo de la ruta que la familia debería haber tomado. En una de las grabaciones, solo se veía a Fernando cruzando la caseta de peaje, lo que planteaba dudas sobre el paradero de su esposa e hijas. Imágenes posteriores de otra caseta de peaje mostraron a toda la familia pasando, disipando las preocupaciones iniciales.

Varias teorías surgieron durante la búsqueda de 24 días de la familia de Gabriela. Una teoría prominente sugería su participación en actividades ilícitas debido al trasfondo de Fernando en estudios químicos, lo que llevó a especulaciones sobre la producción ilegal de drogas. Sin embargo, la mayoría descartó esta teoría debido a la complejidad y experiencia requerida para tales operaciones.

Varias teorías surgieron sobre la desaparición de la familia Pomar. Algunos especularon que huyeron del país debido a amenazas de cárteles o deudas. Otra teoría sugería que tomaron un gran préstamo para escapar de deudas y evitar el pago. También hubo especulaciones sobre un posible secuestro familiar por extorsión, que luego fue descartado. Una teoría prominente giraba en torno a una tragedia familiar, con sugerencias de que Fernando experimentó un episodio psicótico que llevó a los trágicos eventos.

Después de 24 días de desaparición, un hombre que caminaba por la Ruta 31 el 8 de diciembre notó un fuerte olor y descubrió el coche de la familia Pomar volcado con sus cuerpos adentro. La familia había sufrido un accidente de tráfico desde el día en que desaparecieron, resaltando la gravedad y sensibilidad de la situación.

Surgió controversia sobre los esfuerzos de búsqueda de la policía, ya que la familia afirmó que a pesar de pasar varias veces por el lugar del accidente, la policía nunca investigó debido a la fuerte lluvia. La falta de una búsqueda exhaustiva llevó a la frustración, ya que más tarde se reveló que el accidente podría haber sido detectado antes si se hubieran tomado medidas adecuadas.

Fernando, Gabriela y sus hijas estuvieron involucrados en un trágico accidente donde Fernando probablemente murió de inmediato, mientras que Gabriela sobrevivió durante tres días antes de fallecer. El accidente llevó a una demanda contra el estado debido a las malas condiciones de la carretera, con accidentes previos reportados en la zona.

Casimiro Frutos alertó a la policía sobre un coche volcado que coincidía con la descripción del vehículo de la familia desaparecida, pero sus advertencias fueron ignoradas. A pesar de sus esfuerzos, no se tomó ninguna acción, lo que llevó a la frustración y a un proceso legal contra las autoridades. El caso fue desestimado y los involucrados fueron exonerados, con consecuencias mínimas por su negligencia.

Siete personas implicadas en el caso fueron absueltas, con solo tres enfrentando cargos por falsificar documentos relacionados con los esfuerzos de búsqueda. Dos de ellos recibieron sentencias mínimas, posteriormente anuladas, y se otorgó una pequeña compensación de 170,000 pesos a la familia por daños morales. El tribunal atribuyó el 70% de la culpa a las autoridades y solo el 30% a la familia por no usar cinturones de seguridad.

La madre de Gabriela murió trágicamente en un accidente fatal debido a vías de tren mal mantenidas. A pesar de los esfuerzos de su familia por buscar justicia, falleció de cáncer antes de ver alguna resolución. El hijo de Gabriela, milagrosamente salvado del accidente al decidir no ir, ahora vive con su padre pero aún lleva la carga emocional de la tragedia.

La comunidad rápidamente especuló y juzgó injustamente al padre de Gabriela, etiquetándolo como un posible asesino debido al caso sin resolver. Esta escrutinio infundado añadió al sufrimiento de la familia y resaltó el impacto dañino de las suposiciones prematuras.

Roberto Locles, un experto en criminología, desafía la narrativa oficial del accidente, sugiriendo un posible encubrimiento por parte de la policía. Cuestiona por qué los esfuerzos de búsqueda no lograron localizar el coche rápidamente y plantea dudas sobre la verdadera naturaleza del accidente. Locles encuentra inconsistencias en la explicación de la policía, como la inusual expulsión de las víctimas del vehículo y la falta de barro en sus cuerpos a pesar de las condiciones lluviosas.

Los cuerpos de las víctimas no fueron comidos por depredadores o animales después de 24 días porque ya estaban en estado de descomposición. El área donde se encontraron los cuerpos tenía muchos carroñeros, lo que podría explicar por qué los cuerpos quedaron intactos.

Había una marca de pintura blanca en el costado de un automóvil cerca del lugar del accidente, lo que llevó a especular que otro vehículo podría haber causado el choque. Esto levantó sospechas de juego sucio o un posible ataque dirigido, añadiendo complejidad a la investigación.

La abuela y el hijo de las víctimas estaban frustrados con el manejo del caso por parte de las autoridades. La abuela mantuvo un altar con las pertenencias de las víctimas hasta su fallecimiento, mientras que el hijo continuó con su vida, estudiando y tratando de sobrellevar la ausencia de su familia.

La reacción de la policía ante el caso fue considerada altamente trágica y negligente. Se cree que su inacción pudo haber costado al menos una vida, ya que no respondieron a tiempo a las llamadas de ayuda. La falta de responsabilidad y consecuencias por las acciones de las autoridades es una fuente de frustración y decepción.

El caso es particularmente frustrante debido a la falta de una investigación adecuada y una respuesta por parte de las autoridades. La incapacidad de cumplir con sus deberes efectivamente llevó a consecuencias trágicas, resaltando los problemas sistémicos dentro de las instituciones públicas. La incapacidad de devolver las vidas perdidas aumenta la tristeza y la frustración que rodean el caso.